jueves, agosto 09, 2007

Izmir




Nuestra siguiente parada, Izmir o Esmirna como la llamamos los occidentales. Era el primer contacto con Turquía, país que nos incitaba para organizar este viaje.
Nada más bajar del barco, nos sorprendía una ciudad moderna, conocida como “La perla del Egeo”. Es la tercera ciudad más grande de Turquía, después de Estambul y Ancara.
Pero nuestro interés se centraba en otra ciudad más pequeña, cuyas ruinas ansiábamos ver, Éfeso, a poco más de 100km de Esmirna.
Éfeso es una ciudad muy ligada no sólo a su yacimiento arqueológico, si no también a las ruinas del templo de Artemisa, y a los personajes bíblicos Juan Evangelista y María la Virgen.
Sin embargo, admirando sus monumentales ruinas, al levantar la vista frente la Biblioteca de Celso, vinieron a mi mente otros nombres como Heráclito o Tales de Mileto, y recordé a mi profesor de filosofía, dejando de oir las bromas que hacía el guía sobre la situación de la Biblioteca frente al Burdel, lugar donde se halló la figurilla del símbolo fálico de aquella época, el Dios Bes o Príapo.

Éfeso, es el lugar ideal para estudiar las características del arte dórico, jónico, corintio y compuesto, ganando todo el conjunto con las aportaciones posteriores de los romanos; de todos es sabido que una imagen vale más que mil palabras… sus impresionantes ruinas nos deleitan con el buen saber de arquitectos, ingenieros, escultores… Sirvan de ejemplo el buen estado de las cañerías de la ciudad, las letrinas, el pavimento de la Vía de Mármol o el de la Vía de los Curetos, el Gran teatro o cualquiera de sus grandes Templos…

Sin duda alguna, Éfeso cumplía con creces todas las expectativas esperadas. Su recorrido era una sorpresa tras otra, hasta tal punto que las temperaturas extremas a las que estábamos sometidos no eran ningún obstáculo, ¡por su puesto que merecía la pena!

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