domingo, agosto 12, 2007

ESTAMBUL (II)

MEZQUITA AZUL (MAVI CAMII):



Ya en la puerta antes de entrar, tuve la sensación de estar en un lugar que seguramente no iba a olvidar jamás. Si es impresionante desde fuera, ni que decir tiene la realidad que encontré dentro.

Se trata de una edificación levantada en unos terrenos que interesaron al Sultán Ahmet Camii (que le dio su nombre), elegidos por su proximidad al Palacio Imperial de Topkapi y por su dominio sobre el Mar de Marmara y el Mar Negro, motivos que lo hacían el lugar idóneo, por lo que pagó por ellos su valor en oro.
La mezquita del Sultán Ahmet es la única de Estambul y de Turquía que posee seis minaretes, lo que le otorga un valor especial entre las mezquitas otomanas. Según la leyenda, el sultán Ahmet I le pidió al arquitecto una mezquita con 4 minaretes de oro (altin), pero dicho arquitecto prefirió aumentar el número hasta seis (alti) evitando así su elevado coste, explicándole posteriormente al Sultán que había sido un malentendido.
Si su localización era perfecta, en su interior, me encontré con una decoración geométrica fantástica, a base de oro, mármol, marfil, mosaicos de azulejos azules y una cantidad tan grande de vidrieras, que, al pasar la luz a su través, se proyectaba sobre los azulejos, volviéndose todo de color azul, ¡estaba claro por qué se llama Mezquita Azul!...
Es tal la variedad de azules y sensaciones, que me quedé muda, quiero describir aquí una sensación imposible de explicar, todos teníamos la misma expresión, los ojos tan abiertos que parecía se nos saldrían de las órbitas si seguíamos así mucho tiempo.
Dentro todo era mágico y misterioso. Es tal la belleza de esa luz que se duplica y se proyecta sobre los azulejos, que parecía que nos hubieran hipnotizado... Dentro no hay imágenes o estatuas, ya que en la religión islámica se prohíbe la idolatría, pero ... ¿a caso se necesitan?

Antes de entrar en la mezquita y siguiendo las leyes coránicas es preciso efectuar la limpieza corporal, por tal motivo el Sadirvan o Fuente de las abluciones, cumple su función espiritual; primero el lavado de cara, manos y pies, en un lado los hombres y en otro las mujeres, para entrar por separado en la mezquita.
Todo el suelo de la mezquita está cubierto de alfombras orientadas a la Meca, todas iguales, indicándose de forma simbólica la posición del orador.
Me llama la atención, que siendo un lugar de culto donde la limpieza es símbolo de pureza, que los occidentales sólo nos preocupemos por entrar descalzos o con los hombros cubiertos, se me antojaba aquello como una falta de respeto. Por su puesto que huele la Mezquita, pero el olor lo añadíamos los occidentales...




(Continuará...)

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