Odio

Es curioso, como determinadas personas, tienen la capacidad de generar odio sobre los demás. Dicen las cosas pausadamente, con premeditación, hoy un poco... mañana otro poco. Y así, cuando vienes a darte cuenta, no soportas a alguien y no tienes muy claro el por qué... aunque claro, en los tiempos que vivimos ¿a quien le importan los motivos?

¡Pues a mí me importan! He aprendido a ver a esos "generadores de odio", y procuro no dejarlos actuar. Siempre hay mal ambiente donde ellos circulan y cuando les plantas cara, en plan directo... se desorientan, porque siempre actúan, como decimos en mi tierra, por "lo bajinis".

Lo cierto es que hacen daño, pero al final siempre son descubiertos, y terminan marchándose "con la música a otra parte", pero mientras tanto, si no les paramos los pies, pueden lograr hacerle la vida imposible a alguien que no se lo merece.

Rubeola en mujeres en edad fértil

La infección por el virus de la rubeola durante el embarazo puede dar lugar al síndrome de rubeola congénita, enfermedad neonatal de gravedad variable, dependiendo, fundamentalmente, de la edad gestacional en el momento de la exposición.
El riesgo mayor para el feto lo constituye la primoinfección de la madre durante el primer trimestre de gestación, pudiendo producir aborto, muerte fetal o anomalías congénitas por afectación de determinados órganos en desarrollo.

La eficacia de la vacunación en nuestra población (superior al 96%), induciría a pensar en suprimir el control de anticuerpos anti-rubéola en las mujeres adultas españolas en edad fértil.
Sin embargo, la existencia de importantes movimientos migratorios hacia nuestro país desde otros países en los que no existen programas de vacunación frente a este virus, hace suponer que en los próximos años aumentará la circulación del mismo y el riesgo de infección en la población susceptible.
Por estas consideraciones, se recomienda continuar con el control serológico de la rubéola en el embarazo.

La determinación de anticuerpos frente a la rubéola debería realizarse, siempre que sea posible, antes de la gestación. Un resultado negativo indica susceptibilidad a la infección y se debe proceder a la vacunación y evitar el embarazo en los tres meses siguientes. Un resultado positivo indica inmunidad permanente, no siendo precisas determinaciones posteriores en ningún otro momento.

Fraccionabilidad del individuo como teoría matemática

¿Cómo aplicar teoría matemática sin que te manden a hacer gárgaras?

Me encuentro en la ardua tarea de demostrar que mi teoría no es tan plasta, y todo porque alguien intentaba explicarme como se fraccionaba su ente por un número primo...

A estas alturas, ya no se ni de que estábamos hablando, ¡ah sí!, la cosa iba de versiones...

Con lo fácil que resulta ser uno mismo, sin más complicaciones. ¿Por qué ese empeño en ser complicado?

En el caso de que fraccionarse fuera una postura coherente, lo más lógico sería fraccionarse por la unidad, ya que es la única forma de mantener la integridad, es decir, seguir siendo uno mismo. Todo número dividido por la unidad es el mismo número, si aplicamos esto a la persona, debe resultar lo mismo ¿n0?.

Sin embargo, si se fraccionara infinitamente sólo conseguiría no existir, por aquello de que todo número dividido por infinito es igual a cero.

Mientras, que si se fraccionara por cero, o sea, por nada, sería capaz de conseguir versiones infinitas con las que podría acceder a muchas personas, pero sin ser uno mismo. No se si vais pillando la idea... ¿A que va a resultar que fraccionarse por nada va a ser la opción más guay?... Porque un número dividido por cero es igual a infinito ¿no? Aunque bien pensado fraccionarse por nada... viene a ser algo sí como fraccionarse por algo que no merece la pena . A estas alturas, creo que empiezo a desvariar...

Y yo me pregunto ahora, ¿qué necesidad tenemos de tener varias versiones?, sinceramente, creo que ninguna, lo primordial es ser siempre uno mismo y llegar a los demás siendo quien se es...

En cierto modo, sí que somos fraccionables por un número primo, sería el número uno, el número primo por antonomasia.

Análisis circunstancial

Quisiera escribir algo bello,
pero no puedo.
Quisiera escribir algo bueno,
pero no sale.
Quisiera plasmar sentimientos,
y no se como empezar.

Pretendo mantenerme firme,
más no soy fuerte.
Pretendo ser realista,
más no soy racional.

Y en lo más profundo de mi ser,
lo que de verdad deseo es:
Poder estar serena y calmada,
para poder pensar.
Poder estar segura y decidida,
para poder triunfar.

Deseo con todas mis fuerzas,
aprender a controlar,
el dominio que sobre mí,
se creen tener los demás.

¡Lo he conseguido!

Quien hubiera imaginado, que empezaría el año consiguiendo una meta…

Hace unos años, comencé a practicar uno de los deportes que más control y confianza en uno mismo hacen falta para conseguir disfrutar de él. Ni que decir tiene, que jamás se me ha dado bien practicar ningún deporte; mi condición física nunca ha sido atlética, y no suelo ser competitiva; si alguna vez he destacado en algún deporte ha sido con aparatos, lo que dice mucho de mi forma de ser, sólo compito conmigo y mi meta es mi propia superación…

Pero volvamos al tema en cuestión, si difícil es tener constancia en la práctica de un deporte, más difícil es praticarlo si está supeditado a una estación del año concreta, a una distancia de más de 300 km y a unas condiciones de salud óptimas. Por todos estos motivos, han pasado tres años desde que me propuse alcanzar mi propia meta.

Y por fin hoy, puedo decir “LO HE CONSEGUIDO”. Conseguí descender desde la cima hasta la base en un solo recorrido, sólo con el control de los movimientos de mi cuerpo, de extensión y flexión y ayudada de una buena respiración.
Conseguí controlar la pendiente, con más maña que arte y algún que otro resbalón.
Mentiría si no os dijera que besé el suelo en un par de ocasiones y que de una de ellas guardo un precioso moratón en una de mis piernas, pero aún así, ha sido una de las experiencias más gratificantes y que más orgullosa ha hecho que me sienta...

Recuerdo el primer día, cuando todo era un caos, cuando los demás se cansaban de esperar por mi torpeza y yo no daba pie con bola… Y lo peor, cuando al día siguiente, me sentía incapaz de mover un solo músculo de mi cuerpo y de volver a colocarme los esquíes…
Y aquí me veis, agradecida por el consejo de aquel profesor asturiano, que me hizo comprender que la única persona que debía de poner limitaciones al esquí era yo, y que eso iba a depender de la seguridad y el control que tuviera sobre mí misma. Y así ha sido...

El día 1 de enero del 2007 dije: voy bajar por “El zorro” y “El río” hasta Pradollano.

Y lo hice al día siguiente… A partir de ahora, empezaré a disfrutar de este deporte realmente...