Es una de las ciudades costeras de Croacia. Y uno de los centros turísticos más importantes del Mar Adriático. Se la conoce como "la perla del Adriático”.
Se trata de una ciudad rodeada de murallas y fortificaciones, construida al pie de una montaña, discurriendo por su ladera hasta entrar de lleno en las aguas del Adriático.
Se trata de una ciudad rodeada de murallas y fortificaciones, construida al pie de una montaña, discurriendo por su ladera hasta entrar de lleno en las aguas del Adriático.
Dubrovnik ya nos había sorprendido el año anterior, y por eso nos gustaba volver a pasar unas horas en ella, y disfrutarla de otra manera.
Está considerada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y fue reconstruida al completo en 1.995.
Entre 1.991 y 1.995 quedó destruida casi totalmente, a consecuencia de la invasión del ejército yugoslavo (compuesto en su mayoría por serbios), millares de obuses asolaron iglesias, palacios y mansiones históricas. Con un balance de más de 2.000 impactos de bala en los muros y centenares de avenidas agujereadas por las explosiones de las bombas, y paradójicamente, no fue destruido ni un solo trozo de sus murallas.
Cuando ya por fin, han desaparecido las huellas físicas de la guerra y con la totalidad de los tejados reparados, vuelve a ser una ciudad radiante y próspera. Ciudad que agradece al turista, su colaboración en esa prosperidad.
Este año, nos hemos limitado a pasear sus calles, mirar el paisaje desde las murallas y a charlar con los camareros sentados en una de sus terrazas. Sus habitantes se esfuerzan por entender nuestro idioma y casi todos lo hablan un poco.
Es una delicia caminar por las calles de una ciudad donde toda ella es un monumento, su belleza no se encuentra dentro de sus edificios, es en sus falladas donde radica su hermosura. En el interior de sus edificios no existen obras de gran valor, pues casi todos ellos fueron saqueados cuando la guerra.
No hay policías, salvo los guardias que custodian la muralla y cuyo cambio de guardia es digno de ver. Nos dijeron que la mejor policía que tienen son las abuelas croatas, a ellas no hay delincuente que se les resista . Como son tan pocos sus habitantes, se conocen todos.
Está considerada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y fue reconstruida al completo en 1.995.
Entre 1.991 y 1.995 quedó destruida casi totalmente, a consecuencia de la invasión del ejército yugoslavo (compuesto en su mayoría por serbios), millares de obuses asolaron iglesias, palacios y mansiones históricas. Con un balance de más de 2.000 impactos de bala en los muros y centenares de avenidas agujereadas por las explosiones de las bombas, y paradójicamente, no fue destruido ni un solo trozo de sus murallas.
Cuando ya por fin, han desaparecido las huellas físicas de la guerra y con la totalidad de los tejados reparados, vuelve a ser una ciudad radiante y próspera. Ciudad que agradece al turista, su colaboración en esa prosperidad.
Este año, nos hemos limitado a pasear sus calles, mirar el paisaje desde las murallas y a charlar con los camareros sentados en una de sus terrazas. Sus habitantes se esfuerzan por entender nuestro idioma y casi todos lo hablan un poco.
Es una delicia caminar por las calles de una ciudad donde toda ella es un monumento, su belleza no se encuentra dentro de sus edificios, es en sus falladas donde radica su hermosura. En el interior de sus edificios no existen obras de gran valor, pues casi todos ellos fueron saqueados cuando la guerra.
No hay policías, salvo los guardias que custodian la muralla y cuyo cambio de guardia es digno de ver. Nos dijeron que la mejor policía que tienen son las abuelas croatas, a ellas no hay delincuente que se les resista . Como son tan pocos sus habitantes, se conocen todos.
Me sorprende descubrir un cibercafé, cuyas mesas están en la terraza con portátiles a disposición de todo aquél que quiera utilizarlos. Hay mucha seguridad en sus calles, y la delincuencia empieza a notarse en algún que otro turista espabilado.
Sus playas, pequeñitas pero preciosas y limpias.
Su puerto parece sacado de una de las historias de Simbad “El Marino”; es pequeño, por lo que resulta aún más encantador. Nuestro barco no pudo atracar en él, por lo que tuvimos que ayudarnos con lanchas auxiliares.
En definitiva, una ciudad acogedora, en la que se agradece pasar una temporadita.