Me encargué de preparar una invitación a cenar.
No es culpa mía llamarme como el día en que subió a los cielos nuestro Señor Jesús ... (AMEN), que no es un día concreto del almanaque, pues depende del Domingo de Resurrección. Así que sois pocos los que ese día os enteráis, que estoy de Santo.
Esta vez, estuvisteis todos, menos mal, ni os imagináis lo mal que me hubiera sentido si me hubierais vuelto a fallar.
Unos no sabíais los motivos de la cena, pero vinisteis, alguno incluso sin dormir. Otros no sabíais como arreglar lo del cumple y todo era poco para intentar arreglarlo, que tontos, si yo sólo con veros, ya soy feliz... Y el resto como siempre a mi lado, más pendientes quizás, creo que se nota mi exceso de sensibilidad...
Mi madre con su empanada, intentó suavizar la velada, añadiendo eventos a la noche... jamás pensé que se pudiera escribir tanto en una empanada (mi santo, el de mi sobrina, la plaza fija de mi hermana, ...); mis hermanas cómplices y ayudantes como si no hubiera pasado nada. Mis amigas ahí haciéndose notar, si es que en el fondo, no había pasado nada... Y el resto ahí preparados para hacerme vivir un buen rato, disfrutando de mi compañía, y a sabiendas de lo mucho que yo disfrutaba con la suya.
Los cambios nos han afectado a todos, en una u otra medida. Todos sabemos que el tiempo, volverá a darnos la confianza para que vuelva a reinar la armonía.
Un día raro, difícil y complicado, pero con un final feliz.
Os quiero.
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