martes, julio 11, 2006

A cuestas con la vida


Con el paso del tiempo se curan heridas, dejando espacio a heridas nuevas.
Así es la vida, una superación en sí, un obstáculo tras otro, que hay que saber adaptar, porque entre ellos ocurren cosas bellas que tenemos que aprender a encontrar.
Hay momentos en los que olvido que soy lo más importante, si estoy bien todo estará bien, igual que si estoy mal, todo estará mal.
Pero tampoco es eso, no puedo ser la cima del mundo, porque esa cima tiene una base que es igual de importante. Arriba, sólo estarán unos pocos ¿los mejores?, quizás no, porque ¿cuantas veces los mejores levantan a los peores?
Todo es dar, compartir, entregar, repartir,... pero también es atrapar, adherir, captar, recibir... Nada es unidireccional, así no funciona, sólo funciona si el que recibe entrega o si el que entrega también recibe.
Son las reglas, no las he dictado yo. Lo llamo ley, lo llamo norma, lo llame como lo llame... una sociedad sólo funciona si esto es lo que impera. Pero ¿como conseguir en general lo que no soy capaz de conseguir a nivel individual?
Siempre es poco, cuanto más me dan más quiero y cuanto más doy, más me piden los demás. Es un círculo vicioso, que me priva de libertad; pero no puedo ir por el mundo sin que importen los demás, ¿verdad?
No voy a arreglar el mundo, pero sí que arreglaré el mío, mi entorno, mis seres queridos,... sólo quiero, seguir siendo FELIZ.
Quiero una felicidad compartida, plena y dichosa; siempre ha sido así, y así quiero que siga siendo.
Los obstáculos unen (y mucho), pero sólo si aprendo algo de ellos. Y desde luego, eso es lo que intento hacer, y funciona ¿eh?
Para llegar a la felicidad, hay que saber amar. Y para saber amar, hay que respetar las normas, pero sin exigirlas a los demás.

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